De Napoleón Bonaparte se conoce mucho de su vida privada, dado que desde los 20 años llevaba, con cierta disciplina, un diario donde reflejaba sus ideas y ocurrencias.
En la batalla, la gloria y el exilio, el vino siempre acompañó a Napoleón Bonaparte.
Hay quien piensa que su ausencia atrajo la derrota en Waterloo, incluso quien defiende que acabó con su vida, pero las pruebas sugieren que el emperador lo disfrutó hasta su último aliento.
Napoleón Bonaparte pasó a la Historia como brillante estratega militar, cónsul de la República y Emperador de los franceses (fue coronado en Notre Dame el 2 de diciembre de 1804).
La derrota de su ejército en la batalla de Waterloo fue el golpe que provocó su inevitable caída, cambió el destino de Europa y de paso puso nombre a aquellas arriesgadas contiendas que marcan la vida de los mortales por lo fortuito de su desenlace.
Bonaparte escribió una vez en sus diarios que “el champán después de una victoria lo mereces, pero ante una derrota lo necesitas”. Se especula que incluso fue él quien inventó el degüello de las cabeceras de las botellas con el sable y que acostumbraba cuidar esa tradición con sus oficiales después de algunas batallas victoriosas.
Cuenta la leyenda que precisamente fue el vino –o, mejor dicho, su ausencia– lo que desencadenó la fatalidad en Waterloo.
Dicen que Napoleón llevó un cargamento de champagne a todas las batallas que libró –“En la victoria lo mereces, en la derrota lo necesitas”, escribió–, excepto a una: Waterloo.
Aunque en el carruaje que Napoleón utilizó para huir aquel fatídico 18 de junio de 1815 se encontró un excepcional vino español (de Jerez, según los expertos) que fue subastado en Christie’s… por 25.000 dolares.
Leyendas aparte, lo cierto es que era un auténtico apasionado del vino, especialmente del champagne –sus tropas popularizaron el sableado, que consiste en descorchar las botellas con un sable–, y su relación con Moët & Chandon es legendaria (de hecho, el Imperial se creó en su honor).
En la escuela militar de Brienne-le-Château conoció a Jean-Rémy Moët, nieto de Claude Moët (fundador de la marca), con quien forjó una amistad inquebrantable marcada por ostentosas muestras de aprecio: la familia Möet mandó construir en su finca de Épernay una réplica del Gran Trianón de Versalles para Napoleón y Josefina (su primera esposa), y Napoleón otorgó a Moët la Gran Cruz de la Legión de Honor.

Los vinos del emperador
Los biógrafos deducen que Bonaparte tenía tres vinos favoritos.
El dato más frecuente hace referencia a un tinto, un Pinot Noir de la Denominación de Origen Gevrey-Chambertin en la Côte de Nuits, en plena Borgoña.
La relación de Napoleón con Coñac data del año 1811 cuando el emperador visitó al comerciante Emmanuel Courvoisier en su tienda de licores de Paris.
De esta surgió luego en el año 1835 la famosa casa de Coñac con su seña de identidad que era el perfil de Napoleón en la botella.
La leyenda cuenta que Napoleón más tarde tomó varios barriles de coñac condestino a Santa Helena, un regalo muy apreciado para los oficiales ingleses en el barco quienes lo nombraron “el coñac de Napoleón”. Incluso se dice que ordenó que sus tropas, sobre todo a su querida artillería, que se les permitiese una ración de coñac todas las mañanas.
También el champán francés tenía su particular relación con Bonaparte.
Sobre todo por la estrecha amistad que tenía el emperador con Jean-Rémy Moët (1758-1841), el nieto del fundador de la casa Moët et Chandon. Jean-Rémy Moët conoció a Napoleón Bonaparte en 1782 en la academia militar de Brienne-le-Château cuando Moët solicitaba órdenes para su empresa familiar de champán. Los dos se mantuvieron en contacto y desarrollaron una amistad que duraría sus dos vidas.
Durante sus campañas militares, Napoleón siempre tenía como objetivo visitar la finca de Moët en Épernay para recoger cajas de champan.
La única excepción fue cuando Napoleón tuvo que apresurarse para enfrentarse a Wellington en la Batalla de Waterloo.
Después de la abdicación de Napoleón, la región de Champagne fue ocupada por soldados rusos de la Sexta Coalición. En represalia por la conquista anterior de Napoleón, los Champenois fueron sometidos a grandes multas y se les ordenó pagar las requisas.
La mayoría de las bodegas de Champagne fueron saqueadas. El ataque de Moët fue particularmente duro, con más de 600.000 botellas vaciadas por el campamento ruso.
Moet & Chandon hicieron varias botellas en honor al emperador Napoleon.
Una persona que amaba tanto el vino, quizás no haya sido tan nefasta como algunos lo pintan… no creen? Salud!